Por Coalla y aledaños - 27 de Octubre de 2015

Hacia tres años y medio que no pasaba por la zona de Coalla y Yernes, así que el pasado lunes decidí acercarme hasta allí, aunque la meteorología me impidió llegar a Yernes.
Pude disfrutar en esta ruta, de 83kms y 1450m de desnivel, de grandes paisajes y tranquilidad absoluta. Un lujo.



Los primeros kilómetros de ruta hasta llegar a Trubia son muy cómodos. Terreno favorable y tranquilidad absoluta.


En Trubia cojo la general hasta Fuejo, y allí me desvío ya hacia las carreteras secundarias por las que voy a rodar hoy. La primera carretera me lleva hacia Sama de Grado, terreno rompepiernas y alguna rampa dura.


Antes de llegar a Sama de Grado, me desvío hacia Grado, de nuevo por una carretera solitaria y tranquila, con algún repecho intercalado.


Y antes de llegar a Grado me desvío de nuevo hacia Coalla. Me espera un kilómetro de subida por encima del 10%, y una vertiginosa bajada para llegar al precioso valle de Coalla, cuyo conde causó terror por la zona durante la edad media.



Al final del valle comienza la subida a Yernes. Los dos primeros kilómetros superan el 10% de media, con múltiples herraduras que ayudan a ganar altura por la ladera.





Según se va ganando altura las vistas son magníficas.


Más herraduras y más rampas duras. Dos kilómetros sin un momento de tregua.





Tras esos dos kilómetros duros se llega a una zona bastante cómoda, con alguna rampa dura intercalada.


Los picos más altos de la sierra del Aramo aparecen a la izquierda.


El último kilómetro vuelve a ser muy duro, hasta que se enlaza con la carretera que llega de Rañeces.


Justo al llegar al cruce se pone a llover, así que decido no ir a Yernes y bajar directamente hasta Grado por Rañeces. Las vistas desde esta carretera, situada en una cresta, también son espectaculares.






Tras varios kilómetros de descenso ya veo a mis pies el valle del río Cubia.




Llego a Grado y cojo la general para volver a Oviedo. Con mucha suerte voy escapando de la lluvia durante todo el trayecto.



Y sólo al entrar en Oviedo comienza a llover. He tenido mucha suerte, jeje.

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